Que la comunicación es un instrumento poderoso a través del que vehicula el poder para llevar a cabo unos objetivos concretos de un grupo reducido de actores económicos es un hecho innegable desde la aparición de las primeras tablillas de precios, orígenes de los periódicos actuales, pues ya había mercaderes más inteligentes y capaces de sacar ventaja comparativa a sus vecinos. Algo que se describen a la perfección Edward S. Herman y Robert W. Mcchesney[1] cuando parafrasean una afirmación de un gran empresario noruego: “queremos situarnos de tal manera que si Kirch o Murdoch desean vender en Escandinavia, vengan a vernos a nosotros en primer lugar”. Las empresas transnacionales y los conglomerados de comunicación –con sinergias en ambos sectores– han subido de puesto y han alcanzado el primer poder mundial, pues hasta controlan una de las joyas de la corona de la globalización: la industria armamentística; el grupo francés Hachette y la industria Matra de armamento y metalurgia con Jean Luc Lagardère al frente.[2]
Aparición de una comunicación para el desarrollo
Sin embargo, la comunicación aplicada al desarrollo económico y social surgió en los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial, evolucionando y adoptando rasgos específicos y definitorios dependiendo del contexto y del paradigma de desarrollo imperante. Así, a partir de 1945 predomina una concepción de la comunicación inspirada en las teorías de la modernización y en las técnicas derivadas de las estrategias informativas utilizadas por el gobierno de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial y por la industria cultural norteamericana para dar a conocer sus productos y contenidos en el mercado. Por otro lado, cobra fuerza a partir de la década de los 70 una comunicación nacida de las luchas sociales anticoloniales y antidictatoriales de los países de la periferia, que poseen su referente más directo en los enfoques de la dependencia. Finalmente, y derivado de los dos modelos anteriores, a partir de los años 90 se produce una convergencia entre teorías que deriva en la concepción de un modelo comunicativo desde un enfoque cultural y endógeno centrado en la participación como elemento clave e indisoluble de los procesos de desarrollo. Cabe recordar que aunque estos modelos se han sucedido de forma cronológica durante las cuatro últimas décadas del siglo XX, las diferentes propuestas teóricas no reemplazan a las anteriores, sino que tienden hacia la confrontación, de forma que cada enfoque aparece mediado por el resto, diferenciándose en la definición de las distintas propuestas de las “necesidades” de las comunidades y los métodos defendidos para satisfacerlas.
Sin embargo, antes de adentrarnos en la comunicación que impulse un desarrollo de los pueblos a través de un cambio social, es necesario recordar los cinco axiomas de la comunicación de Paul Watzlawick, uno de los principales autores de la Teoría de la comunicación humana y del Constructivismo radical:
- Es imposible no comunicarse. El ser humano, como ser social, necesita relacionarse entre para evolucionar en su proceso de socialización.
- Toda comunicación tiene un aspecto de contenido y uno de relación, tales que el segundo califica al primero y es por ende una metacomunicación. Los medios de comunicación y los contenidos interactúan creando un lenguaje de su propio universo comunicativo.
- La naturaleza de una relación depende de la puntuación de secuencias de comunicación entre los comunicantes. En la emisión de un mensaje, éste está codificado y secuenciado, por lo que cada parte es necesaria para la comprensión del sentido o la intención comunicativa.
- Los seres humanos se comunican tanto digital como analógicamente. El lenguaje digital cuenta con una sintaxis lógica sumamente compleja y poderosa pero carece de una semántica adecuada en el campo de la relación, mientras que el lenguaje analógico posee la semántica pero no una sintaxis adecuada para la definición inequívoca de la naturaleza de las relaciones.
- Los intercambios comunicacionales son simétricos o complementarios según estén basados en la igualdad o la diferencia. La retroalimentación depende de la relación de poder de cada elemento.
Teniendo en cuenta esto podríamos establecer que la comunicación es un proceso por el que dos entidades se transmiten información aunque la emisión de datos de cada una está determinada por el poder que tenga sobre la otra. Pero cuando hablamos de comunicación para el desarrollo o el cambio social, ¿hablamos de una comunicación que sigue el básico esquema de los lingüistas Claude Elwood Shannon y Warren Weaver que se basa en el envío de información de un Emisor a un Receptor por medio de un canal con un código conocido por ambos?
En el maremágnum de teorías, definiciones y conceptos sobre ese tipo de comunicación fuera de los mass media, sería necesario establecer un punto de partida teórico para poder abordar cualquier cuestionamiento, confrontación o debate pues, muchos de los textos consultados sobre el tema se pierden en palabras y abstracciones que sólo son entendidas por quienes llevan años encerrados en despachos con volúmenes tediosos buscando el sentido a comunicar para quienes no leen el Washintong Post o The Economist.
Alfonso Gumucio Dagron y Thomas Tuffe son dos expertos en comunicación para el desarrollo que trabajan en el Consorcio de Comunicación para el Cambio Social que es una red o espacio de comunicadores, investigadores y académicos dedicados a fortalecer capacidades locales en comunidades marginadas, de manera que las personas que viven en esas comunidades puedan crear, administrar y apropiar procesos de comunicación que promueven valores democráticos y contribuyen a mejorar sus vidas. Estos comunicólogos decidieron reunir 200 textos de 150 personas que habían escrito sobre este invento que es la comunicación para el cambio social o desarrollo y parece de obligado cumplimiento acudir al volumen de 1.413 páginas para comenzar por el principio. En este volumen, los autores definen la comunicación para el cambio social como [3]“un proceso de diálogo público y privado a través del cual la gente define lo que es, lo que quiere y necesita, y cómo trabajará colectivamente para tener aquello que contribuirá al mejoramiento de su vida. Se basa en principios de justicia, equidad, voz y participación, en la tolerancia y en el proceso de desatar aquellas voces que antes no eran escuchadas”.
Realizando un breve resumen sobre aportaciones que los estudiosos han realizado sobre la materia se podrían distinguir corrientes adscritas[4] a las décadas históricas en las que se teoriza sobre la comunicación para el desarrollo. La década de los sesenta aparecen las teorías de la modernización y de la difusión de innovaciones de ideas para responder a tres cuestiones centrales: las características estructurales que determinan el “subdesarrollo” de un país, las causas que han derivado en esa estructura y la definición de las propuestas para superarla.
Desde este enfoque, el desarrollo se plantea a través de la dicotomía entre sociedades tradicionales y las modernas, de tal forma que la superación del “atraso” de las sociedades tradicionales puede ser subsanado a través de la adopción e imitación del sistema económico y político de los países desarrollados de forma unidireccional en sucesivas etapas, pues se consideraba que el incremento en la producción y el consumo de bienes constituía la esencia del desarrollo.
La redistribución de la renta debía ser precedida de un incremento en el producto nacional, al margen de los niveles de participación en la renta, y eso se lograba mediante la introducción de las nuevas ideas encaminadas a generar mejores niveles de vida (desde una concepción economicista) a partir de formas de producción más modernas y cambios significativos en la organización social.
Durante este periodo, se impone la creencia de que los países más pobres son de alguna forma responsables de su propia pobreza debido a razones culturales que impiden el desarrollo, es la negación al cambio el principal factor que bloquea el “salto” de estos países hacia una vida “moderna”. Este paradigma o corriente de pensamiento asigna un papel principal a la economía y a la tecnología, partiendo de la idea de la necesidad de difundir las innovaciones desde Europa y Estados Unidos hacia las poblaciones rurales de América Latina, Asia y África, que supuestamente carecen de los conocimientos adecuados para alcanzar un desarrollo adecuado.
Así, por un lado, de este enfoque se entiende que la transferencia de información permitirá mejorar el nivel de vida de los más pobres. Los estudiosos de la comunicación más representativos de este enfoque son Daniel Lerner, W. Schramm y Everett Rogers, que consideran que el cambio de una sociedad tradicional hacia una moderna se lleva a cabo a través desde un proceso unidireccional de trasvase de información y conocimiento, y que por tanto, los medios masivos de información –mass media– juegan un papel clave para la consecución del pretendido cambio social: Un adecuado flujo de información y un uso apropiado de los mass media pueden contribuir significativamente al desarrollo económico y social. En definitiva, con una adecuada política y planificación comunicativa puede lograrse la transformación de las actitudes que obstaculizan el cambio. Bajo este marco, los medios masivos de información tienen la capacidad de generar una atmósfera favorable al cambio, ya que permiten la incorporación de los países en desarrollo a un sistema informativo mundial para la difusión de la tecnología industrial, las instituciones sociales modernas y el modelo de sociedad de libre mercado.
El modelo de difusión de innovaciones se aplicó fundamentalmente en el campo de la agricultura, ya que era la prioridad del momento en los planes de ayuda de las naciones industrializadas. La producción de alimentos en abundancia mediante nuevas técnicas de cultivo tenía una doble finalidad: por un lado se veía como solución para paliar el hambre en los países en desarrollo, y por otro, como estrategia para abastecer los mercados de los países industrializados de Europa y Estados Unidos con productos agrícolas de bajo coste debido a la mano de obra barata.
Su extrapolación en el campo comunicativo da lugar a lo que se conoce como marketing social, es decir, la aplicación de técnicas de mercado para el análisis, planeación, ejecución y evaluación de estrategias y políticas de comunicación encaminadas a influir en la conducta de la población con el fin de favorecer la intervención a través de los proyectos de desarrollo. Los medios masivos de información se convirtieron en la columna vertebral de las campañas de marketing social, sobre todo en el área de la salud (SIDA, planificación familiar, etc), llegándose incluso a contratar a agencias de publicidad para diseñar las estrategias de difusión de contenidos homogéneos y homogeneizadores. De ahí que su objetivo último sea persuadir y no educar. Esta homogenización del mensaje chocó de frente con la diversidad cultural y el apego a las tradiciones de los colectivos hacia los que iban dirigidos los mensajes por lo que las culturas locales fueron vistas como impedimento o barrera para el desarrollo y la modernización.
Otro de los campos de actuación se sitúa en el ámbito de la educación y la sensibilización. El rasgo predominante en este terreno es la utilización de las técnicas del espectáculo y de los medios masivos de información para elaborar contenidos educativos. La tesis central es que la educación no necesita ser aburrida. Uno de los ejemplos más relevantes es la serie Plaza Sésamo, que nace en 1967 frente a la exportación de valores ideológicos que hasta la fecha había dominado el “comercio Disney” que en sensus strictus vende la fantasía del american life way, una fantasía cargada de valores machistas, juicios, violencia y corrupción, que componen un mundo idiotizado para los niños que crecen con los valores del consumismo y el poder del dinero –el tío Gilito– o con una relación entre un perro que habla y un ratón gigante –Pluto y Mickey Mouse–. Los valores Disney no solo siguen exportando valores americanos sino que son valores que llevan a una proyección vital utópica, según indican Ariel Dorfman y Armand Mattelan[5]:
Las ideas de Disney resultan así producciones bien materiales de una sociedad que ha, alcanzado un determinado desarrollo de sus fuerzas productivas. Es una superestrucfera de valores, ideas y juicios que corresponde a las formaren: que una sociedad post-industrial debe, representarse; su propia existencia para poder consumir inocentemente su traumático tiempo histórico.
Es justamente un mundo donde la burguesía industrial puede imponer sus leyes a todas las actitudes y aspiraciones de los demás sectores, internos y externos, utilizando ideológicamente el sector terciario de la actividad económica, como utopía, como proyección sentimental, como único futuro. Esta dominación en un momento histórico concreto, se traduce y se refleja en una dominación similar dentro” del universo-Disney, ya sea por medio de la industria de la fantasía misma que vende la revista, ya sea por las relaciones de los imaginarios personajes entre sí.
No obstante, Plaza Sésamo tampoco contribuye a una educación inclusiva e integradora de las realidades culturales los países y regiones en los que se emitió pues responde a un modelo de educación de carácter conductista[6] basado en los parámetros de Estímulo-Respuesta. Su estrategia educomunicacional se basa en la diversión, el predominio de elementos visuales y la repetición. Recibió críticas referidas a la no adecuación a las variables culturales de las comunidades destinatarias, la fragmentación de los contenidos, la no contextualización de los mensajes educativos, su carácter acrítico, el fomento de estereotipos, el fomento de la pasividad, el consumismo y la aceptación acrítica de las normas de aprendizaje. Todo ello vincula el modelo de enseñanza televisiva de Plaza Sésamo como el proyecto de los países más industrializados para establecer un mercado económico y lazos culturales de las antiguas colonias, según considera Francisco Sierra Caballero.
Además, el desarrollo de los satélites artificiales de comunicación promueve el uso de los medios de información en materia de educación para intentar suplir las grandes carencias educativas de los países en desarrollo. El primer proyecto experimental de teleeducación por satélite se realizó en la isla de Samoa por iniciativa de Estados Unidos para definir su política de comunicación educativa dirigida a los países en desarrollo y no perseguía otro fin que sentar las bases de una mejora educacional en las culturas “atrasadas” que permanecían ajenas a los requisitos económicos del desarrollo moderno.
Contra este paradigma, ya desde mediados de la década de los años sesenta se ha criticado su etnocentrismo, por su búsqueda por legitimar la americanización u occidentalización del mundo; por marginar las culturas propias de cada pueblo, por el determinismo tanto ideológico, económico como tecnológico; el olvido de los propios receptores como partícipes de las informaciones, todo ello bajo un modelo de comunicación unidireccional, vertical y jerárquico, que participa explícitamente de enfoques persuasivos, con excesivo énfasis en el mediacentrismo y la ausencia de reflexión sobre el poder.
Por eso, a finales de los años sesenta surge en Latinoamérica las teorías de la dependencia con una visión menos etnocéntrica y como antítesis del anterior. Propone un desarrollo autónomo para disminuir la dependencia con el centro industrializado, es decir, desde un punto de vista más acorde a la visión del desarrollo de los propios países en desarrollo. La dependencia se concibe como una situación donde las economías de un grupo de países (periferia) están condicionadas por el desarrollo y expansión de otros países (centro), es decir, esta estructura, considerada como continuación del viejo modelo colonial, es el elemento agravante que deriva en enormes desequilibrios económicos, políticos y sociales.
Así, los teóricos de la dependencia se aproximan desde una nueva mirada más estructuralista y marxista como reacción a los efectos provocados por la aplicación de los modelos de modernización. Los principales autores de estos postulados son: Cardoso y Faleto, Ruy Mauro Marini, André Gonder Frank, Samir Amin , Theotonio dos Santos o Paul Baran que señalan que el desarrollo y el subdesarrollo deberían verse como un proceso interrelacionado y continuo de dos procesos, el interno y el externo. La propuesta fundamental de los teóricos de la dependencia es que los países en desarrollo construyan sus propios procesos de desarrollo, a través de la autoconfianza, disociándose de los mercados mundiales controlados por las naciones industrializadas.
El control de los flujos de información transnacionales por parte de los países de los países occidentales deriva de una dependencia cultural expresada, por un lado, en la transmisión de valores estereotipados a través de los medios masivos de información que fomentan el valor de cambio de la cultura en detrimento de su valor de uso; y por otro, en la escasa participación de los países periféricos en la producción y difusión de contenidos.
Esta dependencia cultural se expresa en enormes desequilibrios internacionales de los flujos de información manejados por agentes externos tendentes a una cada vez mayor concentración. Un estudio profundo de esta “telaraña” informativa puede encontrarse en cualquier título sobre Comunicación escrito por el profesor de la Facultad de Comunicación de Sevilla Ramón Reig:
[7]Si tuviera que responder a la pregunta de quién domina en la actualidad –principios de 2003– la comunicación en el mundo, que es como preguntarse quien domina el discurso oficial mundial, respondería a seis grandes grupos o conglomerados:
-Time-Warner-TBS-AOL-EMI
-Viacom-CBS
-ABC-Disney
-News Corporation
-Vivendi Universal
La corriente crítica de la dependencia denomina a estos trusts “imperialismo cultural”, algo que marcará los rasgos definitorios de la propuesta crítica surgida en la Conferencia General de la UNESCO celebrada en 1980 en Belgrado, que sugiere la creación de un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC) para lograr la “descolonización de la información” y garantizar que los países en desarrollo incrementen su participación en la producción de contenidos informativos para reducir la dominación ideológica, económica y cultural llevada a cabo por los países del centro. Sean Mc Bride, presidente de la Comisión Internacional de Estudio sobre los problemas de Comunicación presentó en dicha conferencia el famoso Informe McBride[8], redactado tras la XIX Reunión de la Conferencia General de la UNESCO celebrada en 1976 en Nairobi. En síntesis, del informe se recogen las siguientes declaraciones de intenciones:
1) Eliminación de los desequilibrios en el sistema internacional de información
2) Superación de los obstáculos internos y externos para un libre flujo y una más amplia y equilibrada difusión de información y opiniones
3) Eliminación de los efectos negativos de determinados monopolios, ya sean públicos o privados, así como las excesivas concentraciones.
4) Pluralidad de fuentes y canales de información.
5) Respeto al derecho de todos los pueblos para participar en el intercambio internacional de información, con criterios de igualdad, justicia y beneficio mutuo
6) Respeto al derecho de la comunidad local, de los grupos étnicos, así como de los individuos para tener acceso a las fuentes de información favoreciendo una participación activa en los flujos de comunicación.
7) Dejar de concebir la información como una mercancía, se trata de un derecho y un bien social.
8) Son necesarias políticas nacionales de comunicación para favorecer el desarrollo de sistemas alternativos de información.
El espíritu democratizador y reivindicativo de este informe puede resumirse en la necesidad de debatir sobre la preparación de un enfoque de la comunicación basado en la participación, de tal modo que cualquiera pueda llegar a ser simultáneamente productor y consumidor de información. Sin embargo, los países occidentales interpretaron el informe como un ataque contra la libertad empresa y la autorregulación del mercado capitalista; desde el bloque socialista no gustaron las críticas hacia los monopolios informativos y los censores públicos utilizados por los Estados.
No obstante, lo cierto es que se adoptó una nueva noción de desarrollo y la comunicación se convirtió en una herramienta de reacción ante las situaciones de discriminación y exclusión, influyendo en el nacimiento de numerosas iniciativas y experiencias de comunicación en contextos comunitarios, tanto urbanos como rurales, cuyo principal objetivo era conquistar espacios de expresión antes inexistentes para la consecución de un mayor desarrollo endógeno y el uso de tecnologías apropiadas.
En este sentido, Luis Ramio Beltrán[9], va a identificar tres estrategias en las que la comunicación incide en la planificación de los procesos de desarrollo desde ópticas diferentes:
1) Comunicación de Desarrollo: Los medios masivos de comunicación tienen la capacidad de crear una atmósfera pública favorable al cambio, la que se considera indispensable para la modernización de sociedades tradicionales por medio del progreso tecnológico y el crecimiento económico, en el contexto de la modernización o conjunto de transformaciones que produce el desarrollo industrial, y a los cuales los países subdesarrollados tendrían que acceder superando linealmente sucesivas fases para salir de su estado tradicional o arcaico, mediante su asimilación o adaptación a un orden de crecimiento económico e integración nacional, moderno.
2) Comunicación de Apoyo al Desarrollo: La comunicación planificada y organizada -sea o no masiva- es un instrumento clave para el logro de las metas prácticas de instituciones y proyectos específicos que buscan el desarrollo (Beltrán, 1995: 1), en campos tan diversos como la salud, la educación, el medio ambiente, la producción, la organización social, las situaciones de desastre, etc.
3) Comunicación Alternativa para el Desarrollo Democrático: Al expandir y equilibrar el acceso y la participación de la gente en el proceso de comunicación, tanto a niveles de medios masivos como a los interpersonales de base, el desarrollo debe asegurar, además de beneficios materiales, la justicia social, la libertad para todos, y el gobierno de la mayoría. Se acuna en una explicación de las causas del subdesarrollo en relaciones estructurales de dependencia por la polarización entre países y sujetos ricos y pobres.
A finales de los años setenta y durante la década de los ochenta van a ir apareciendo aportaciones al desarrollo que van a ir convergiendo en una idea de multiplicidad cultural. Se partirá de la idea de que no existe un camino universal hacia el desarrollo, sino que debe ser concebido como un proceso integral, multidimensional y dialéctico, que puede variar según el contexto social, económico, político y cultural. Cada sociedad debe encontrar su propia estrategia para avanzar hacia el desarrollo sin emular a otros países, de forma que el diseño de los planes y la toma de decisiones deben realizarse de manera autónoma. Sin embargo, resulta necesario introducir la variable de la interdependencia, debido a las diferentes conexiones que existen entre los diferentes países en el actual contexto de la globalización. Entre las características más sobresalientes podemos señalar que, según este paradigma, los procesos de desarrollo deben: promover la participación popular en todos los niveles, los proyectos de desarrollo han de ser planeados y ejecutados por la gente y para la gente. El cambio debe producirse mediante una comunicación a niel endógeno, es decir, tiene que surgir desde el interior de cada sociedad. Cada sociedad debe definir sus valores, inquietudes y visiones de futuro teniendo en cuenta las variables medioambientales, la equidad así como el respeto a la cultura y valores locales.
En este sentido, la comunicación se va a entender como un proceso de diálogo y debate, basado en la tolerancia, el respeto, la equidad, la justicia social y la participación activa de todos. La comunicación como proceso se convierte en uno de los ejes centrales, porque es desde el universo comunitario, desde donde deben surgir las propuestas de acción en un marco de crecimiento colectivo y dialógico, con el fin de conseguir la descentralización de los programas de desarrollo.
En este paradigma, el papel de los medios masivos de información se conjuga con el de los medios de información tradicionales locales y los canales de comunicación interpersonales para atender las necesidades comunicativas de la gente y actuar como facilitadores en la difusión de información sobre el desarrollo al interior de las comunidades y entre los distintos grupos culturales.
La participación implica una distribución más equitativa del poder económico y político, lo que a menudo disminuye las ventajas de ciertos grupos. El cambio estructural supone la redistribución del poder. En las áreas de la comunicación masiva muchos expertos coinciden en que el cambio estructural ocurrirá primero cuando se establezcan políticas de comunicación participativas.
Dado que el diálogo y la interacción cara a cara es inherente a la participación, la comunicación para el desarrollo deberá velar por el contacto continuo, los compromisos compartidos, las promesas mantenidas con los comunidades y colectivos afectados, para así aprehender la verdadera participación. Consecuentemente debe cambiar la perspectiva de la comunicación, interesándose más en el proceso y en el contexto, esto es, en el intercambio de “significados” y en los patrones de relación social.
En este sucinto repaso a las teorías o corrientes se puede ver que han sido dos las posturas predominantes a lo largo de seis décadas de aportaciones a la comunicación al desarrollo: los modelos de comunicación derivados de las estrategias de comunicación de los EEUU y su aspiración de crear una cultura americana en todo el mundo, apoyada también por los países vencedores de la Segunda Guerra Mundial, muy occidentalizados en valores e ideales y, por otra parte, están los planteamientos de la comunicación surgidos en el fragor de la lucha social y política contra los poderes coloniales en Latinoamérica, Asia y África ligados a la defensa de la identidad cultural.
Cuando la teoría de la comunicación absorbe a la de la información: la noticia reencarnada en diálogo
Siguiendo al filósofo venezolano Antonio Pasquali[10], en la comunicación para el desarrollo, el modelo matemático de la teoría de la información sostenido por Claude E. Shannon según el que la información es una magnitud física medida en “bit” que se transmite por medio de un canal de un punto emisor A hasta un punto emisor B no desaparece como la energía, pero sí se transforma.
El autor establece diferencias entre información y comunicación y analiza la relación de la información donde la alocución o discurso unilateral no admite ninguna respuesta, sino que intenta “restar, rebajar, acaparar y alienar” al receptor que lo convierte en un “sujeto no deliberativo violado”.
Pasquali considera que la tan publicitada libertad de información es un adjetivo irónico y contradictorio pues únicamente se refiere a la persona que informa, convirtiendo a la audiencia en un sujeto pasivo; presente en todos los llamados mass media. El autor dice que los medios de comunicación de masas lo que hacen es al emisor sordo y al receptor mudo.
Por el contrario, considera que la comunicación, entendida como diálogo, es lo que define a la sociedad:
La sociedad o el vivir juntos solo existe cuando ocurre un conocimiento compartido que solo existe donde se han desarrollado formas de comunicación.
Asimismo, va a cuestionar el paradigma de la modernización pues considera que la única comunicación auténtica tiene que ser inherente a un esquema de relaciones simétricas, a una paridad de condiciones entre el emisor y el receptor y a la posibilidad de escucharse entre ellos u oírse, como voluntad de entendimiento mutuo.
Sobre esto pero en una mayor profundización teoriza un especialista en comunicación boliviano ya citado anteriormente, Luis Ramiro Beltrán que, a pesar de beber de su maestro Everett Rogers, cuyos postulados se dirigen al hecho de modernizar a las sociedades para lograr el desarrollo, sugiere que el cambio social debe producirse cuando se dé una participación universal en la toma de decisiones sobre asuntos de interés público. Aboga por la necesidad de que los países en vías de desarrollo diseñen sus propias estrategias de comunicación para el desarrollo para contrarrestar el monopolio informativo que tienen las agencias internacionales de información, que informan siempre con una visión emic pero desde una posición de sujeto observador, nunca participante.
Sin embargo, a pesar de que hoy en día todos los teóricos continúan abogando por una comunicación horizontal y participativa, lo cierto es que el poder de quien informa lo ostenta esa abstracción conceptual conocida como Mercado, y que tiene tentáculos muy escurridizos pero que alcanzan desde un sector empresarial, hasta la banca, pasando en todo caso por el beneplácito de gobiernos o sectores públicos políticos que permite y colaboran en llevar a cabo estrategias para controlar usando si es oportuno la manipulación o la veracidad cuestionada en todo caso.
La realidad parece chocar con el sentido de comunicación que parecen buscar quienes trabajan en materia de desarrollo que no es más que una tradición jurídica:
“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión”
Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Dialogar para informar lo que cada grupo quiere decir. Esta parece ser la denominación común de lo que se busca en desarrollo. Esto sumado a la participación en procesos de desarrollo que no viene a ser más que unir unos servicios sociales o trabajos en servicio de la comunidad y darlos a conocer mediante la participación en la vida política o legislativa porque parece que la democracia o está en desuso o ha sido superada por la realidad y necesitan revisarse los procedimientos que la desarrollan o llevan a cabo.
En el III Congreso Panamericano de la Comunicación que se desarrolló en julio de 2005 en Buenos Aires, Luis Ramiro Beltrán presentó un documento de trabajo sobre la problemática de la Comunicación para el Desarrollo en el contexto de la Sociedad de la Información en el que concluyó bajo el apartado de “La utopía irrenunciable” exponiendo que a pesar del duro trabajo combativo intelectual de los prolíficos autores latinoamericanos al desarrollo durante décadas, “la situación de la gran mayoría de los conciudadanos es hoy más deplorable que la de los años setenta, cuando aún no se había producido el desarrollo democrático pues la dominación interna sigue perpetrándose y la dependencia externa es mucho mayor que nunca antes: concentración de los medios en pocas manos (el 90 por ciento de la producción de bienes y servicios informativos electrónicos del mundo son controlados por EEUU, la UE y Japón), privatización de frecuencias y medios del Estado contra las radios y televisiones al servicio público. En definitiva, la información es hoy una mercancía más.
Frente a esto, Luis Ramiro Beltrán hace y una llamada a la vuelta a las teorías latinoamericanas de crítica con el sistema mundial de la información en busca de una “utopía justiciera”.
Alternativa a la información: libertad de expresión desde las radios libres a los blogs como Wikileaks[11]
Al principio de la reseña, comencé hablando de la conveniencia de empezar recorriendo las aportaciones que han ido conformando las visiones o perspectivas sobre qué es la comunicación al desarrollo para adentrarnos ahora en las prácticas que hacen una comunicación diferente, alternativa[12], un cajón de sastre lleno con experiencias comunicativas surgidas en cualquier rincón del planeta que van diferenciándose de la televisión, radio o prensa convencionales que tienen dos posibles denominadores comunes: intentar dar presencia a comunidades marginales o tratadas como marginales por los medios o oponerse a lo que dicen los medios de comunicación o actores sociales al más puro estilo de muckrakers o prensa underground, aquella nacida en EEUU en la década de los sesenta como denuncia o protesta a la corrupción política.
La radio ha sido durante más de cincuenta años el instrumento más atractivo para la comunicación y el desarrollo participativos. Las llamadas radios libres o “piratas” explosionaron en Italia, Francia y otrospaíses europeos aunque Radio Tomate y otras emisoras que comenzaron clandestinamente, en pequeños apartamentos de estudiantes en París o Milán, se convirtieron con el tiempo en empresas comerciales exitosas, pero su contribución a los cambios producidos en el espectro de la radiodifusión europea es innegable.
Sin embargo, a mediados de los años cuarenta, tres décadas antes de que se generalizara en Europa la diversidad en los medios de comunicación —a medida que los gobiernos perdían el control—en América Latina pequeñas y a veces muy aisladas comunidades de campesinos o mineros ya estaban en condiciones de operar sus propias radios, no solamente como un desafío al monopolio estatal de los medios, sino también para expresar, por vez primera, sus propias voces. Las luchas sociales de los años sesenta y setenta y la resistencia a las dictaduras militares que llegaron al poder por cortesía de la CIA, no hicieron sino contribuir a multiplicar por miles las radios comunitarias e independientes. Cualquier pequeño país de América del Sur cuenta hoy con varios centenares de emisoras, en su mayoría FM, que sirven áreas rurales y urbanas con contenidos adecuados a la cultura, a la lengua y a las necesidades locales.
Individualmente, la mayoría de estas emisoras—que transmiten desde una escuela, una iglesia o un sindicato—tiene un alcance muy limitado, pero sumadas tienen la fuerza de un maremoto. Han logrado derrumbar gobiernos o lanzar nuevos líderes populistas. Pero sobre todo, han servido a sus comunidades diariamente, sin hacer mucho ruido, abriéndose a las ideas y a las voces del pueblo.
Asia y África recorren hoy el mismo camino recorrido por América Latina décadas atrás. A medida que los pueblos repudian a las dictaduras, nuevas voces emergen a través de los medios, y generalmente la radio está en la vanguardia de ese proceso. En cuanto se resquebraja el monopolio del Estado sobre los medios, pequeñas organizaciones y comunidades levantan sus antenas sobre las aldeas rurales y sobre los barrios pobres de las ciudades. Asia cuenta con interesantes ejemplos en Filipinas, en Sri Lanka o en Nepal, mientras en África varios países han aprovechado los vientos democráticos. Sudáfrica es quizás el ejemplo más sobresaliente. Sin embargo, la radio participativa en África está todavía en sus albores pues la mayor parte de las radios privadas en el continente son comerciales. No quiere decir que difundan publicidad todo el día, pero fueron creadas como un negocio. La mayoría juega un papel importante en el desarrollo de cada país. La radio adopta ahora el papel del anciano de la tribu, que solía contar sus historias sentado a la sombra de un árbol. La más pequeña y precaria radio comunitaria marca importantes diferencias para la comunidad. La presencia de una radio, incluso si no es muy participativa, tiene un efecto inmediato en la población.
Las más pequeñas y pobres generalmente se inician transmitiendo música a lo largo del día: ello tiene desde luego un impacto sobre la identidad cultural y el orgullo de la comunidad. Sutatenza—nació el 16 de octubre de 1947 en Colombia. Fue creada por un cura católico, José Joaquín Salcedo, con dos objetivos: difundir la doctrina cristiana entre los campesinos pobres, y enseñar técnicas para mejorar el desarrollo de la comunidad. Radio Sutatenza creció constantemente durante varias décadas hasta que la poderosa Cadena Caracol la compró a principios de los años noventa. La participación en las radios comunitarias varía desde la propiedad total a diversos grados de involucramiento de las audiencias en la programación y en la administración.
El clásico ejemplo de apropiación y de control total de una emisora por sus oyentes son las radios mineras de Bolivia. Establecidas a partir de 1949, constituyen una de las primeras experiencias de comunicación participativa en el mundo, y uno de los ejemplos más sobresalientes de comunicación popular y participativa. No es fácil identificar otras radios que hayan sido concebidas, instaladas, administradas, dirigidas técnicamente, financiadas y mantenidas por la comunidad. Aun más, las radios mineras son el paradigma de las iniciativas comunicacionales, que son parte de un proyecto más amplio de cambios sociales y políticos.
También hay ejemplos de emisoras en las que la propiedad comunitaria es un aspecto central, como sucede con Radio Izcanal en El Salvador o las radios locales de Burkina Faso o Haití, aunque en los dos ejemplos últimos, las emisoras fueron instaladas con asistencia técnica y fondos externos. El proyecto de instalar seis radios locales comunitarias en áreas rurales de Burkina Faso, fue una iniciativa de Tomas Sankara cuando era Ministro de Información, aún antes de convertirse en el presidente que le cambiaría de nombre a su país. El proyecto se desmoronó parcialmente cuando Sankara fue derrocado y asesinado por su amigo y compañero de armas Blaise Campaoré.
Otro ejemplo de red de emisoras que vale la pena mencionar es Tambuli, en Filipinas. Cerca de veinte estaciones de radio fueron establecidas con asistencia técnica y financiamiento de la UNESCO. La red es funcional en cuanto a los intercambios de capacitación, reuniones y la supervisión de la Fundación Tambuli desde Manila. Sin embargo, no es una red propiamente dicha en loque respecta a la transmisión de señales simultáneamente, en tiemporeal, ya que las emisoras están dispersas en los lugares más remotosdel archipiélago y no tienen posibilidades de comunicarse a través desus transmisores de baja potencia.
También la comunicación audiovisual ha visto nacer alternativas a las cadenas nacionales de titularidad pública o privada. En los años sesenta y setenta se hicieron varios intentos en América Latina para establecer canales de televisión “alternativa” en países como Bolivia o Chile; pero ninguno resistió al curso del tiempo. En cierto momento, sin embargo, cada universidad estatal de Bolivia tenía—en virtud de la autonomía universitaria—su propio canal de televisión con programación cultural, debates y noticias desde una perspectiva diferente a la oficial, pero en cuanto iniciaron las subastas de licencias de canales de televisión éstas alternativas comenzaron a desaparecer o se vieron abocados a incluir publicidad, algo que empezó a condicionar sus contenidos.
En países del Tercer Mundo muchos han adoptado el video, del mismo modo que la generación anterior adoptó la radio, como una herramienta de apoyo a la educación, la identidad cultural, la organización y la participación política.
También pueden considerarse ejemplos paradigmáticos en la actualidad dos cadenas nacidas de realidades muy diferentes: Telesur y Al-Jazeera. Telesur nace como un proyecto para integrar a de América Latina[] y como contrapeso a las grandes cadenas internacionales de noticias como la CNN, Univisión, la BBC, TVE y Deutsche Welle.
En una televisión pública que tiene a gobiernos latinoamericanos como sus auspiciadores –Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Uruguay y Venezuela-. Su Consejo de Administración, con la ayuda de un consejo consultivo formado por varios intelectuales latinoamericanos e internacionales de prestigio como el pacifista y premio nobel argentino Adolfo Pérez Esquivel, el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, el escritor uruguayo Eduardo Galeano, el escritor pakistaní Tariq Ali, el politólogo y cineasta estadounidense Saul Landau, el redactor jefe de Le Monde diplomatique e historiador Ignacio Ramonet, el productor de cine argentino Tristán Bauer, el programador y pionero del software libre Richard Stallman y el actor y activista estadounidense Danny Glover .
Por su parte, Al-Jazeera es una emisora de televisión por satélite de lengua árabe fundada en noviembre de 1996 por el gobierno de Qatar. Es el principal canal de noticias del mundo árabe. Originalmente gratuita y sostenida por la familia real qatarí, la emisora poco a poco empezó a cobrar por sus servicios y se independizó financieramente, como se pretendía desde su creación.
A partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos, Al-Jazeera cobró fama en el mundo occidental como canal de difusión privilegiado de los mensajes de Osama bin Laden y otros miembros de la red Al Qaeda.
Aunque, sin duda, el canal donde la comunicación se ha convertido por completo en libertad de expresión ha sido Internet, a través del cual proliferan iniciativas y portales que teorizan y opinan sobre comunicación y también ofrecen una visión crítica a lo que se lee o se emite desde los medios de comunicación masivos. En este medio, los blogs se mezclan con las radios que emiten solo desde la web así como vídeos y documentales que se estrenan directamente on line.
Por ejemplo, en la India, la Fundación de Investigación M.S. Swaminathan (M.S. Swaminathan Research Foundation), lleva adelante un proyecto experimental en aldeas de Pondichéry, a unos 160 kilómetros al sur deChennai (antes Madrás), donde la mitad de la población vive pordebajo de la línea de pobreza, con salarios inferiores a un dólar diario.El proyecto, denominado “Centro de Conocimiento para la SeguridadAlimentaria Sostenible”, fue diseñado para proporcionar informacióna la población rural de acuerdo a sus necesidades y demandas, utilizandosimultáneamente tecnología analógica inalámbrica y conexionesdirectas con la Internet. La información, especialmente la relacionadacon mujeres y niños, es adaptada a las necesidades locales. Se ha puestoa disposición de las familias rurales un directorio con informaciónsobre proyectos gubernamentales, temas de salud, precios de los productosagrícolas, eventos públicos, horarios de los medios de transportelocales, seguros para la producción agropecuaria, listas de hospitalesy médicos.
En África hay otros ejemplos de acceso a la Internet en áreas rurales, uno de ellos particularmente interesante, es el Telecentro Multipropósito Comunitario de Nakaseke (Nakaseke Multi-Purpose Community Telecentre), en Uganda. Cuatro unidades similares fueron establecidas conjuntamente por un proyecto de la UNESCO y ofrecen acceso a computadoras e Internet, fax y fotocopiadora, una biblioteca básica, exhibiciones de videos, publicaciones periódicas, grabaciones de audio y audiciones comunitarias.
Sin embargo, cabe destacar que EEUU concentran tantos ordenadores como todo el resto del mundo. La mitad de los usuarios de la Internet está allí, cerca del 25 por ciento en Europa y solamente del 12 al 13 por ciento en Asia; aunque en el sur de este continente se concentra el 23 por ciento de la población mundial, solamente el 1 por ciento de su población tiene acceso a Internet. Asimismo, un 90 por ciento de las páginas están en inglés y el 10 por ciento restante lo conforman el resto de lenguas del mundo. Las cifras confirman lo evidente: Internet está dominado por los mismos países que dominan el mundo pues el acceso a la información no es igual para todos, luego, no todo el mundo puede expresarse en la web por distintos motivos: gobiernos como el cubano, norcoreano o chino que interfieren en determinados portales para que los ciudadanos no puedan tampoco acceder a ellos.
Retomando las alternativas a la libertad de expresión, actualmente quizás haya un caso de alternativa a la información que viene de los canales privados. En 2006 nació, aunque quizá haya eclosionado hace poco menos de un mes por la encarcelación de su responsable, un portal llamado Wikileaks formado por periodistas y más de 2.000 juristas, informáticos y demás profesionales liberales que colgaban documentos, hasta el momento secretos del Gobierno de EEUU referentes a las guerras de Iraq y Afganistán, listas de miembros de partidos racistas muchísimas otras filtraciones de operaciones estratégicas de los EEUU[13]. Una especie de Watergate contemporáneo aunque por su actualidad aún no se han desvelado demasiadas tesis que vislumbren la posibilidad de que el portal no sea tanto una denuncia del exceso de poder ejercido por EEUU sino que los documentos secretos –extraídos de la Casa Blanca, Pentágono o de los servicios de inteligencia americanos- fueran puestos en manos de los periodistas para un fin concreto. Aunque sin duda, es un ejemplo más del contrapoder hacia los medios de comunicación occidentales.
Otra alternativa a la información que llega desde las agencias occidentales parece estar en la agencia internacional Inter-Press –Service (IPS)[14] creada en 1964 y compuesta por 500 periodistas en 150 países que traducen las informaciones en 26 idiomas y cuyo objetivo es dar voz a los que no tenían voz, para lo que, fundamentalmente, se encargan de informar sobre los Objetivos del Milenio en todos los países del mundo; el cumplimiento, las medidas que se llevan a cabo, las mejoras en la población así como organizan foros de participación con distintos medios todas las ideologías políticas paras informarles de cómo trabajar mediante una comunicación igualitaria y justa con todos los sectores.
De vuelta a la realidad…
Después de todo lo expuesto de manera intencionadamente aséptica o relacionando siempre las ideas, teorías o propuestas con el autor que las sostiene, no puedo dejar de realizar este texto sin la aportación de los sujetos de la comunicación en general entendida, aunque no sea de acorde a la mayoría de teóricos, como el proceso simple de transmisión de un mensaje de un emisor a un receptor a través de un canal, tarea que con las interferencias que se quieran y las intenciones empresariales oportunas, que se empeñan en hacer los comunicadores –que no comunicólogos- o periodistas, informadores… y las demás denominaciones de quien trasmite informaciones.
Así, ante las aspiraciones de comunicólogos como el sociólogo Adalid Contreras Baspineiro[15]: “Es urgente desarrollar procesos de información y periodismo por el desarrollo, recogiendo y difundiendo noticias que enfaticen en logros, en esperanzas, en resolución de problemas, en la previsión de atentados a la vida, en el seguimiento a los logros, potencialidades, demandas y reivindicaciones positivas, debatiendo, integrando, construyendo”, hay que tener en cuenta que los periodistas que se dedican a trabajar en redacción de medios de comunicación de masas o de minorías en el caso de la prensa, o la radio o la televisión o Internet, necesitan pagar sus hipotecas y su comida.
Se plantea como urgente devolverle dignidad a la palabra, en un mundo saturado de basura electrónica, de exhibición de la violencia y del lujo descarado, de corruptos y mediocres convertidos en modelos sociales, la comunicación-desarrollo no puede asociarse a los recursos de la publicidad fetichista ni de la seducción sensacionalista, de imágenes sin sentido de sociedad. Es necesario establecer pactos amplios y plurales que involucren a todas las instituciones y todos los medios, sí pero también hay que tener en cuenta el sentido realista en la acepción más literal de la palabra. Quien tiene dos ruedas de prensa al día, más dos adelantos para el fin de semana, más un reportaje de ambiente, porque estamos en Navidad, no puede permitirse el lujo de coger un manual de 1400 páginas para determinar cómo escribe para contribuir al bienestar del protagonista de su noticia, crónica, análisis o reportaje. Tiene que coger datos, hablar con las fuentes y poner un titular que quepa en la maqueta y andando que son las 12 de la noche y aún está en la redacción desde las 10 de la mañana que llegó.
De otro lado, como periodista bastante vocacional que me considero, y desde la experiencia laboral no puedo permitir que los medios de comunicación se llenen de informadores sin titulaciones universitarias. Tan grave considero que Belén Esteban –ex pareja de un torero famoso- sea copresentadora de un programa de televisión de una de las cadenas de Mediaset (empresa del grupo Finivest, propiedad del Primer Ministro Italiano, Silvio Berlusconi) en España que a una comunidad de agricultores de Chiapas (México) se le otorgue la gestión y explotación de una radio comunitaria. No es lo mismo pero es igual si se piensa en los puestos de trabajo destruidos solo en España para los 5.564 profesionales de la información que se encuentran desempleados, según datos del Informe Anual de la Profesión Periodística 2010, que edita la Asociación de la Prensa de Madrid (APM).
Según la idea de la comunicación para el desarrollo de los pueblos y comunidades, si quienes se ponen delante de los micrófonos son personas de la propia comunidad, ¿habría que acabar con las facultades de Periodismo?
Asimismo, con respecto a la idea de la participación ciudadana como hecho da dar voz a población que no sea José Ramón de la Morena ni Iñaqui Gabilondo, ambos periodistas, tampoco logro tener una opinión demasiado contundente pues está claro, y no hay que irse a ninguna teoría que lo explique que si estamos hablando de Macroeconomía y de cifras que se escapan a la captación de la audiencia en cuanto a estrategias de grandes empresas, lo que al oyente que conduce le va a llegar es el testimonio de un trabajador despedido por recortes pues Cajasur ha sido absorbida por la caja vasca BBK y el hombre se queda sin empleo por una estrategia empresarial. Hasta ahí, las fuentes testimoniales que cuentan su historia en primera persona sí que aportan al discursos más credibilidad y la aguja hipodérmica que penetra en los espectadores lo hace de manera mucho más efectiva.
Sin embargo, situar a ciudadanos en los medios no es más que un simulacro, teoría sostenida por el periodista y profesor de Teoría de la Información Rafael González Galiana que es algo así como hacer creer a los ciudadanos que son los protagonistas y hacerlos partícipes de los medios tal y como ocurre en las televisiones privadas cuando abren líneas telefónicas, foros en distintas redes sociales o vía e mail para que participen, voten o decidan quién se queda o no en Gran Hermano, Mira quien Baila, Operación Triunfo, etcétera. O, más aún, haciéndoles creer que son partícipes de esos programas. No. Porque luego, si Belén Esteban es votada para expulsarla de Mira Quien Baila no se va a hacer porque los productores saben que ella da audiencia y no la van a echar. Luego, la participación no es más que un simulacro, una falacia.
Además, pensando en la profesión del productor o el guionista de un programa, tampoco sería justo para su trabajo que la audiencia que va a consumir un producto de comunicación fuera quien decidiera su contenido porque si no, los guionistas y productores también irían a la calle.
Dicho esto, no me queda más que transmitir la idea de que las teorías sobre comunicación alternativa, contra los trust o conglomerados empresariales parece que de facto se relegan a grupos de investigadores con ansias de cambiar el mundo, que está bien, pero que seguro que ellos tampoco renuncian a sus sueldos de profesores de tal universidad financiada por poderes públicos, que a su vez son quienes controlan parte de esos mass media que tanto se critican. O los mismos grupos de investigación, ¿Quién los financia? Al final, también son grupos privados o la propia Administración.
Parece que la crítica planteada es típica, tópica o evidente pero además de hablan de un nuevo orden mundial de la información a nivel planetario, los periodistas e informadores tienen que reivindicar su profesión y quizá todo este enredo de comunicación alternativa, para el desarrollo o para el cambio social siga estando en el imaginario colectivo de la gente que piensa en un mundo utópico que difícilmente ni con el capitalismo ni sin él vaya a ser una realidad.
Sin embargo, es interesante recoger la visión del director general de Inter Press-Service, Mario Lubetkin[16] cuando se refiere a que en los casos de catástrofes humanitarias, cuando los medios envían a sus periodistas o dejan más páginas a las crónicas de los corresponsales, sí que se activa cierto mecanismo de solidaridad que va acompañado en cooperación de los países en ayuda al desarrollo o a la subsanación de los desastres medioambientales, otra cosa sería las vías de intervención in situ y cuánto de todo va a parar directamente a las víctimas, pero lo cierto es que en esos casos la comunicación sí que sirve para generar o ayudar a propiciar un cambio en el Norte con respecto al Sur.
Pero esta estrategia funciona porque se invierte la fórmula no es que la comunicación sirve al desarrollo sino que el desarrollo se vale de la comunicación para expandirse. Es decir, que la comunicación sólo puede reforzar conductas no cambiarlas. La comunicación no es la medicina para combatir la pobreza y el hambre en el mundo sino que lo único que le queda es ser usada para mostrar la realidad y que en ese show el país afectado se dé cuenta de los feminicidios de Ciudad de México, de las ablaciones en el África Subsahariana y que los organismos internacionales como la ONU se encargue de cumplir todas las declaraciones a favor de los derechos humanos. “Un mejor conocimiento de la realidad facilitaría un cambio de actitud”[17].
La comunicación para el desarrollo solo puede darse con alternativas reales por medio de la puesta en marcha de políticas nacionales de comunicación que implementasen no medidas novedosas mediante el uso de las tecnologías más punteras sino volviendo a 1980:
Esto nos lleva a proponer tres conclusiones. Primera, las infraestructuras de la comunicación deben convertirse en prioridad para los países que quieren reducir su dependencia de otros. Segunda, los países deben tratar de promover la producción y el uso de nuevas tecnologías de la comunicación, así como el contenido de sus programas. Por último, los países en desarrollo deben alentar a la producción de un equipo sencillo, barato que esté más a su alcance y mejor adaptado a sus necesidades inmediatas
Capítulo “Políticas de Comunicación”Un solo mundo, voces múltiples. Comunicación e Información en Nuestro Tiempo. Sean McBride
[1] HERMAN, EDWARD S. Y MCCHESNEY, ROBERT W. (1999) Los medios globales. Los nuevos misioneros del capitalismo corporativo. Cátedra. Madrid. Pág. 88-89
[2] REIG, RAMÓN. Estructura y mensaje en la sociedad de la información (2003). Colección Cuadernos de Trabajo del Máster en Gestión de Empresas Informativas. Mergablum Edición y Comunicación, S.L. Sevilla. Pág. 10
[3] ALFONSO GUMUCIO DAGRON – THOMAS TUFFE. Antología de Comunicación para el cambio social: lecturas históricas y contemporáneas (2004). Consorcio de Comunicación para el Cambio Social. Bolivia.
[4] Y contando también con las clases magistrales de la asignatura “Cultura, comunicación y desarrollo” impartida en el Máster de RRII de la UNIA-Universidad Pablo de Olavide -Fundación Tres Culturas por el profesor doctor Francisco Gómez Sierra.
[5] ARIEL DOFMAN – ARMAND MATTERLAN. Para leer al Pato Donald (1972). Siglo XXI Editores. México. Pág 152.
[6] SIERRA CABALLERO, FRANCISCO. “Televisión y neocapitalismo informativo” EN Comunicación, educación y desarrollo. Apuntes para una historia de la comunicación educativa (2002). Comunicación social ediciones y publicaciones.
[7] REIG, RAMÓN. “Panorámica de los grandes grupos mundiales de Comunicación” EN Estructura y mensaje en la sociedad de la información (2003). Colección Cuadernos de Trabajo del Máster en Gestión de Empresas Informativas. Mergablum Edición y Comunicación, S.L. Sevilla.
[8] MACBRIDE, SEAN. Un solo Mundo. Voces Múltiples. Comunicación e Información en Nuestro Tiempo (1980). Fondo de Cultura Económica (FCE) y UNESCO. México. pág. 260-262.
[9] BELTRÁN, LUIS RAMIRO. Comunicación para el desarrollo: una evaluación al cabo de cuatro décadas (1995). Mimeo. Perú.
[10] PASQUALI, ANTONIO. “Las implicaciones sociológicas entre información y cultura de masas” EN ALFONSO GUMUCIO DAGRON – THOMAS TUFFE. Antología de Comunicación para el cambio social: lecturas históricas y contemporáneas (2004). Consorcio de Comunicación para el Cambio Social. Bolivia.
[11] Para la elaboración de este capítulo, toda la información ha sido extraída del libro escrito por Alfonso Gumucio Dagrón para la Fundación Rockefeller “Haciendo olas. Historias de Comunicación participativa para el cambio social” (2001). Plural Editores. La Paz (Bolivia)
[12] La comunicación alternativa, según la entienden Mar de FontCubierta y J.L. Gomez Mompart en Alternativas en Comunicación se refieren con este concepto sobre todo a las radios libres, experiencias audiovisuales en regiones y comarcas que en la mayoría de ocasiones ha sido perpetrado por sectores de izquierdas, algo cuestionable pues las dictaduras nacistas, fascistas o franquista usaron medios de comunicaciones que comenzaron siendo alternativos a los imperantes, aunque después se convirtiera en una propaganda descarada de inyección de valores xenófobos y patrióticos.
[13] “Wikileaks: cómo destapar escándalos en Internet”. Publicado en El País el 26 de Julio de 2010 por Fernando Navarro.
[14] “Información y Comunicación Internacional de los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas” EN Comunicación y desarrollo: en busca de coherencia. que recoge las ponencias de distintos expertos en la materia en su participación en un curso en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en julio de 2007.
[15] CONTRERAS BASPINEIRO, ADALID: “Comunicación-desarrollo para otro Occidente”, Revista Razón Palabra, vol. I, nº 18, Mayo 2000.
[16] En la presentación del volumen “Comunicación y desarrollo: en busca de coherencia” que recoge las ponencias de distintos expertos en la materia en su participación en un curso en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en julio de 2007.
[17] Ibid, pero el capítulo del director ejecutivo de la Comisión Nacional para la Cooperación Internacional y el Desarrollo Sustentable en Holanda (NCDO), Henny Helmich. Cabe destacar que Holanda es uno de los cinco países del mundo que ha superado uno de los Objetivos del Milenio: superar la cuota del 0,7 del PIB destinado a la cooperación al desarrollo.