Estrella Serna

Encendiendo una antorcha solidaria

12 Mar, 2021

Estos campeonatos salesianos poco tienen que ver con las competiciones deportivas de cada cuatro años. Ayer se celebraron en el colegio de Salesianos unas peculiares olimpiadas en las que los deportistas participantes eran chavales de los oratorios salesianos (actividades lúdicas para jóvenes como talleres, deportes y otros juegos) del barrio de Las Palmeras, Polígono Guadalquivir y el propio colegio.

Desde luego tampoco son olímpicas las realidades en las que día a día se ven envueltos miles de niños de barrios periféricos de la ciudad que, a escasos metros de nuestras narices, malviven hacinados en bloques que se caen. Para ellos el oro, la plata y el bronce de sus vidas las ponen un «grupo de locos», que desde 1992 siembran esperanza dando «puntos» en cada taller, regando sonrisas y refrescando su verano con juegos de globos de agua.

Desde hace once años, se dan cita en el colegio, cerca de trescientos jóvenes que llevan semanas preparando lemas, banderas y entrenándose a fondo, para «competir» contra sus ya amigos de otros barrios de la ciudad que sí tienen semáforos y papeleras. El coordinador del oratorio en el colegio, Javier Gil-sacerdote salesiano-, sostiene que estas olimpiadas se hacen para «vivificar los criterios educativos de Don Bosco». Desde luego, sólo desde la fe se puede entender que jóvenes maestros, educadores y estudiantes pasen los meses de verano en los oratorios de ese «primer loco», que fuera Don Bosco. El mismo que un buen día decide dedicarse a los más pobres y crea, esta actualmente utópica «Ciudad de la Alegría», donde reúne a los jóvenes más desfavorecidos de las calles de Turín para simplemente jugar al fútbol, en sus «oratorios».

Y el premio, las olimpiadas: El pase de acceso a este campeonato no está en el récord de velocidad que alcancen sino en el buen comportamiento que tengan en sus «escuelas de verano» (discípulas de los históricos oratorios juveniles de Don Bosco) con los que diariamente y, desde principios de julio, van acumulando «puntos». Según estos, se les va recompensando con salidas a la piscina, excursiones y, por supuesto, los que más puntos acumulen serán los que consigan la ansiada recompensa de poder partipar en las olimpiadas.

Uno de los monitores voluntarios de Las Palmeras, Agustín Cañete, señala la «ilusión con la que viven los muchachos el momento más esperado del verano». Se sienten ganadores desde que entran al colegio cantando sus himnos y «gritos de guerra» bajo las banderas de sus barrios.«Palmeras D´ Or ciudad de vacaciones». Éste es el lema de uno de los tres «equipos». En el quince centenario de la presencia salesiana en Las Palmeras, los chavales del barrio dieron el máximo de sí mismos en partidos de fútbol con la deportividad que muchas veces, falta en las competiciones profesionales.

En los pases de balón, los pequeños dieron al resto de la sociedad una magistral lección de solidaridad. Para ellos no existen diferencias entre barrios. Ni entienden de prejuicios sociales. Lo único que los diferenciaba ayer era el color. El color de sus camisetas.

Publicado en ABC Córdoba.