Los quintos se levantan y tiran del primer premio
El pelotón de la comparsa al mando del capitán Rafael Aranda ganó la batalla de las coplas del Carnaval. Como era de esperar, «Los quintos», última maravilla de Miguel Amate, logró lo que hasta el público le gritaba ya en su representación del repertorio: un primer premio en la modalidad. Con melodía de desfile castrense, los «quintos pelones» interpretaron un pasodoble con un desgarrador final en el que un padre se arrepentía de haber deseado la muerte de un niño para que el suyo viviera. La defensa de la Constitución fue el tema del otro y, ya en los cuplés, homenajearon al cuartetero Pepe «El latas» sólo con los palillos, simulando el repertorio de la modalidad del maestro cordobés fallecido.La impecable octavilla del «capitán» del grupo convierte en celestial la marcha militar que interpretan. Los reclutas también se llevaron al cuartel el premio al mejor popurrí.
Y el onírico viaje de «La mar imaginaria» desembarcó con un segundo premio en comparsas. La majestuosa presentación de los marineros al tipo de almirante Nelson de Pablo Castilla surcó los mares hasta un emotivo pasodoble en el que un hijo dice pasear con su padre, enfermo de alzheimer, «cogidos de la mano» como si fuera un chiquillo. En el segundo pasodoble, muy aplaudido, homenajearon al «latonero».
El tercer premio de comparsas recayó sobre los «Ciudadanos» de Francisco Blázquez; un ideal de partido político cordobés. Hicieron un alegato al amor en el primer pasodoble y un alzamiento en contra de la violencia de género en el segundo. Y «El sombrerero loco» de José Miguel Ibáñez, obtuvo el cuarto premio en comparsas. Del repertorio destacó un pasodoble con una fuerte crítica a los carnavaleros que se venden por un premio y van rotando por los grupos dejando a un lado la amistad. Más de uno tuvo que agachar la cabeza en el teatro. Y la comparsa que obtuvo el premio «Púa de oro» gracias al punteo de «Suso», «Los dueños de la calle» de Pepe Carrillo, tuvo que conformarse con un quinto premio.
Los médium chirigoterosLas «multiposesiones» de los médium del gaditano David Amaya «Agüito», «Los que lo llevan dentro», le valieron un merecido primer premio en la modalidad de chirigotas. En su primer pasodoble criticaron a la Policía, culpándola de «silenciar a golpe de porra los sentimientos de los cordobeses» en la celebración del ascenso del equipo blanquiverde.
En el segundo, David Amaya se preguntaba cómo pagar a su mujer la dedicación y el cariño que la mantuvo a su lado en aquellos momentos en los que este gran chirigotero luchaba en un hospital por vencer al mayor rival de su vida. Las lágrimas subieron al escenario.
Los granjeros de Rafael Cámaras-Altas, «Acorralados», a pesar del nivel de sus letras y la afinación, bajaron al segundo premio chirigotero. Con una letra dedicada a sus parejas, que roza la poesía por su estructura, en el primer pasodoble enumeran cómo se sentirían «si no me miras». Críticas a la anterior presidencia de la Asociación Carnavalesca y cuplés con gracia y muy al tipo completaron su repertorio. El tercer y cuarto premio recayó sobre los ecijanos «Los carajaula» y los sevillanos «Los Caipiriña», respectivamente. Si los primeros hicieron desternillase al respetable con un sinfín de golpes y un pasodoble homenaje a la afición carnavalera cordobesa, los segundos contagiaron al copado teatro de su marcha ibicenca.A las niñas de Carmen García, «Un antojo de mi madre», se le caerían hasta las peinas después de enterarse que sólo obtuvieron el quinto premio en chirigotas. Sin embargo, la ovación tras el pasodoble dedicado a Córdoba y a «Agüito» les hizo sentir que para el público no son las últimas en la categoría. Su repertorio de arte augura una semana incombustible de coplas por la calle Montero.
Y el chiflado científico del quinteto «Yo lo coloco y la gente lo quita» dio con la fórmula del primer premio de cuartetos con una ingeniosa parodia. El humor inteligente del quinteto demostró que la modalidad de «El latas» está a salvo con estos locos del Carnaval.
Las siete horas de la final parecieron ser una sólo, tanto por la amena presentación de Marta Nebot y Xavier Deltell como por la actuación de la chirigota infantil del mago Antonio Cobos, «Los aprendices de la escoba», así como la espontánea aparición del propio jurado del concurso cantando sobre las tablas bajo el nombre de «Los culpables». Una final estelar en la que, pese a las novedades, no faltaron los de siempre: Pepe «El Pespuntes» disfrazado de «Patato»; el «Número uno» ataviado como un jeque árabe y por supuesto Doña Rosario ofreciendo el mejor trofeo del concurso: sus claveles.