El último episodio de Agüito´s Factory ha conseguido exorcisar las burlas de los niñatos que se colaron tras el descanso el año pasado para boicotear la actuación de Los Tiquismiquis. Así, estavez sólo han quedado las burlas del espíritu burlón que sale en el popurrí de “Los que lo llevan dentro”, obra del polifacético (humorista-maestro-Presidente de la Asociación de Autores y Directores del Carnaval de Córdoba-chirigotero, etc, etc…) David Amaya.
Con unos tipos elaborados tanto en su forma como en su psique, pues eran raros desde chiquititos, sufren espasmos y calambres y son un poco gangosos, esos mediums llegaron al Gran Teatro Falla con una presentación que destaca por su composición musical fresca con un ritmo que mantendrán a lo largo de todas las piezas y una puesta en escena que dista mucho del gabinete de la Bruja Lola.
En el primer pasodoble, estos adivinadores se meten en la piel de una mujer muerta por el drama de la violencia doméstica. Cuentan con una ternura infinita que sólo se sabe lo que es una madre cuando se siente el dolor de morir por sus hijos. Una letra propia del autor con la que demuestra la maestría del saber hacer de un pasodoble en música y letra.
Tras éste, sigue un homenaje a un cuartetero jubilado, chirigotero “maintenant” y comparsista en potencia. Un autor que ha renovado el lenguaje y estilo del pasodoble de la chirigota, dejando ver que entre pego y pego, también tiene cabida el matiz crítico y algo más sobrio. Sí, esta comparsa cordobesa dedicó el segundo pasodoble a José Antonio Vera Luque y a su personal estilo de entender y hacer el Carnaval.
Y llegaron los cuplés reales, sobre todo el primero de ellos, en el que cuentan que las pasadas navidades, en lugar de quedarse a escuchar a quien manda a callar, se fueron de “comida navideña” con una chica brasileña. Y, antes de que se les meta el fantasma de la chistera dibujándoles la bandera de Japón por ahí, los mediums dieron un repaso a los folclóricos del programa de Eva González, “Se llama copa” en el que al parecer canta otro que también tiene una bandera de Japón por allá en los bajos.
Y comenzando con el exorcismo, en el popurrí explican cómo se dieron cuenta de la espectacular capacidad de acoger en su propio cuerpo a todas las almas descarriladas, en una atmósfera de paranoias varias. Las cuartetas con música flamenquita aligeran el ritmo del pasaje de Nacho Vidal y aquello que no le cabe ni en un cubo, dicen. Le gusta el tema a las comparsas cordobesas…
Después, tras sus multiposesiones de Raphael, Manzanita, etc., los adivinos venden su alma y su cuerpo antes de llegar al final del túnel de su actuación. Con infinidad de puntos tan característicos ya en esta agrupación, los Dioses del Carnaval se llevan a estos médiums, esperemos que directos a las tablas del Gran Teatro de Córdoba. Una actuación impecable en la que demostraron que Córdoba también sabe hacer chirigota fina.