Con grandes sombreros de copa negra, El Sombrerero Loco, la comparsa de José Miguel Ibáñez que el año pasado se alzó con el Primer Premio del Concurso de Agrupaciones Carnavalescas de Córdoba, paralizó los relojes de quienes se dignaron a no quedarse en el bar del Falla. Pueden ser distintos los concursos, pero en todos hay similitudes.
Las agujas no marcaban las seis, sino casi las una y media de la mañana del primer día de concurso del COAC cuando, a dos agrupaciones después del descanso, una música que parecía sacada de una película de Disney recorrió cada palco de ladrillos coloraos. Una presentación, sin pretensiones, en la que dejaron claro que “no vengo a contar un cuento con un final feliz” porque son conscientes de que es su primer año, y también deben de ser conscientes del buen sabor de boca que entre algunos protagonistas de las ondas han dejado. Un tanto a su favor.
De la presentación, destacó la música que, originalmente compuesta, fue capaz de transportar al pasaje de la celebración del “no- cumpleaños” de la película “Alicia en el país de las Maravillas”, filme inspiración del autor. Y continuando en el cuento de Lewis Carroll, en el primer pasodoble se pudo escuchar un ingenioso juego con la locura del Sombrerero y su desajuste horario, dejando claro siempre, que ellos no están locos. Crítica escondida a quienes cantan solo buscando el aplauso a costa de menospreciar a los compañeros, o eso he podido entender en lo que es mi primer apunte después de tanto “bonjour“, “ça va” y etecé, etecé…
Como era de esperar, de aquellos que pisan las tablas del Templo del Carnaval por primera vez, el segundo pasodoble consistió en un reconocimiento al Carnaval de Cádiz, quien decían, le había enseñado a valorar también el suyo. “Cádiz es así, un pueblo que canta a su pueblo”…, cantaba la comparsa. Le brindaron a Córdoba este segundo y magistral pasodoble. Y es en su Córdoba, donde gracias a la renovación de las añejas bases, podrán cantar en el concurso del Gran Teatro que comenzará el próximo día veinticinco de enero.
El primer cuplé versó sobre los trucos de estos Sombrereros que sacan de su chistera una PSP, una Barbie y hasta un conejo, de esos que recomienda el secretario general de Agricultura y Alimentación, Josep Puxeu. El segundo fue dedicado al tópico de la suegra que parece que la entierran mientras se echaba una siesta, pero con cuidaito de meterla en el nicho de laillo “porque tiene el sueño muy ligero y se puede despertar”, decía la comparsa.
Un popurrit de locura y arbitrariedad, como el propio personaje al que representan, El Sombrerero Loco o Mad Hatter, ya que casi a la mitad, hablan de un amor, luego de la suegra, al final, del jurado encuadradas todas ellas con una música que recuerda a circo, o a la escena de la vajilla que baila en la película de La Bella y la Bestia de Disney, algo distinta a la melodía inicial.
Y sin más conclusión, que a mí no se me ha parado el reloj y mañana toca escuchar gabachos a las nueve, una frase con moraleja, de la propia comparsa, como si su autor fuera (que lo es) maestro y le dijera a sus chavales:
“mira al frente, que la vida es un cuento y llegado el momento hay que darle final”